Atormentada se encontraba Leonor Martínez en el año 2002, pues a su bebé de tan solo tres meses le habían diagnosticado una enfermedad de corazón, debía ser operada, cuando lo inesperado llegó con la sanidad de la niña en el Centro Mundial de Avivamiento.

Días de tristeza e incertidumbre estaba viviendo Leonor, no podía disfrutar plenamente del nacimiento de su pequeña como un regalo del Cielo, pues ahora todo giraba en torno al mal diagnóstico que había recibido por parte de los cardiólogos. Cierto día salió a hacer una diligencia y se encontró con Ligia Naranjo, una amiga con la que se desahogó contándole su situación, sin imaginar que Dios estaba propiciando cada instante para traer un cambio en su vida. Fue entonces cuando esta mujer miembro del Centro Mundial de Avivamiento, le invitó a una reunión de viernes.

Leonor aceptó la invitación como si se tratara de una reunión más, sin imaginar que ese sería el mejor día de su vida “apenas entré empecé a llorar, era un sentimiento de amor inexplicable, al instante el Pastor dio una palabra y dijo que Dios estaba sanado una bebé del corazón” agregó Leonor.

Ligia la amiga de Leonor no desaprovechó oportunidad y acercándose a ella, le animó a tomar esa palabra; Leonor por su parte, con incertidumbre y sin entender de qué se trataba le preguntó qué era eso, ¿tomar una palabra?, ella para ser más clara le explicó que creyera y ya.

Entre tanto, Leonor cerró sus ojos y le dijo a Dios que si él realmente existía se lo hiciera saber; al instante estaba en la tarima, el quebrantamiento era tan fuerte, que ella no se podía sostener en pie.

Terminada la reunión, estaba inundada de una paz inexplicable, pensaba todo el tiempo en aquella experiencia maravillosa de ese viernes y quería regresar pronto a la iglesia.

El martes de la siguiente semana Leonor tenía cita con el cardiólogo, quien en su cita médica realizó exámenes a la bebé y al no encontrar nada la miró sorprendido y le dijo “mamita en verdad no sé qué ha pasado con Laura Camila, pero ella está sana, no le encuentro nada”. Al instante Leonor se arrodilló y llorando dijo: “Dr. Dios sí existe” sostuvo Martínez, quien luego terminó de contarle a su médico lo sucedido.

Al poco tiempo trajo los exámenes a la iglesia para compartir su experiencia, ese encuentro con Jesús que cambió su vida en un instante, donde logró entender que sin él no somos nadie, sus deudas fueron canceladas de manera sobrenatural y el Señor ha sido sustento.

Han pasado 15 años y su hija ahora sirve en el coro junior, es una niña apasionada por Dios, que se levanta desde las 5 y 30 a.m. los domingos para llegar temprano a la reunión y poder servir; en su colegio aprovecha bien el tiempo para hablarles a sus compañeros acerca de Jesús. Para Leonor es un descanso que su niña ame a Dios y que esté metida en este río siendo luz y sal a los que le rodean.