Silvia había vivido un matrimonio complicado que le llevó a la ruptura de esa relación y pronto volvió a vivir donde su mamá junto con sus dos hijas, con la intención de iniciar de ceros, lejos de imaginarse que Dios había planeado un nuevo comienzo para ella.

Desorientada, triste y con mucha depresión llegó Silvia donde su mamá con sus dos niñas huyéndole al maltrato de su esposo, quien cada vez la menospreciaba más, dejándole heridas en su corazón que necesitaba sanar pronto.

Con el pasar del tiempo conoció a una persona, quien fingiendo amarla, le ilusionó y ella con el anhelo de sentirse protegida, amada y de tener una familia para sus hijas, aceptó, sin imaginar que le engañaba, pues estaba comprometido.

Silvia se sentía desolada, con ganas de morir, pues para ella todo había acabado y no le veía sentido a su vida. “Todas las mañanas me levantaba a llorar y le decía a mi mamá que me ayudara, que no sabía qué hacer con tanto dolor que llevaba dentro”, añadió.

Fue entonces cuando una amiga de su mamá le invitó al Centro Mundial de Avivamiento. Ella, con su corazón destrozado, como cuando un enfermo está a punto de morir y en busca de ayuda médica se apresura para salvar su vida, así llegó Silvia a la iglesia un domingo junto con sus dos niñas.

*“Cuando entré, sentí que alguien me dio la bienvenida y me dijo: siéntate aquí”, afirmó Silvia. *

Ella, tímidamente, se acomodó en la última silla, justo en el momento en que momento el Pastor Juan Sebastián Rodríguez estaba haciendo el llamado a salvación, ella no podía parar de llorar, sus niñas estaban siendo también quebrantadas; pero lo que más recuerda es que pudo experimentar una paz infinita que salía de lo más profundo de su alma, la adoración la envolvió y se sintió cautivada hacia el Señor. Le gustó tanto, que decidió regresar el próximo domingo.

A la semana siguiente fue de nuevo a la iglesia, y con mucha curiosidad como queriendo explorar un bello lugar al que acabas de llegar, rodeado de motivos e ilusiones, comenzó a caminar observando cada detalle, pero en esta ocasión ya menos tímida, quiso sentarse en los puestos de adelante. En medio de todo comenzó a preguntar acerca de las escuelas de formación y al enterarse que se podía preparar, comenzó esta aventura por aprender más.

Después de esto, Silvia pasó por un proceso de liberación para perdonar y sanar su corazón. Como si fuera poco, lo que jamás hubiese imaginado por un instante, cierto día vio a un ujier sirviendo y sintió una voz en su corazón que le dijo* “ese hombre va a ser tu esposo, yo te lo voy a entregar”*, enseguida ella dijo pensó: “noooo, no es posible, además no me interesa, no quiero”.

Curiosamente al poco tiempo, comenzaron a servir juntos y a conocerse más, pero a ella le parecía demasiado serio, percepción que se fue desdibujando y en un corto período logró entender que tenía al frente el amor verdadero, de esos que solo Dios sabe dar a sus hijos; y aunque su mamá estaba renuente a aceptar otro miembro en su familia, actualmente se sienten felices con esa bendición que vino a completar la bendición de Silvia.

Ahora están expectantes pues comienza una nueva etapa para sus vidas y ya su familia está conociendo del Señor.