Enferma e incapacitada, con deudas y deprimida, Eunice se encontraba en su habitación, donde Dios se le reveló como respuesta a una oración que ella había elevado.

Como si la hubiesen lanzado en pleno mar abierto, junto con tres hijos, uno de 12, otro de 9 y una niña de tan solo tres años, Eunice quedó en estado de vulnerabilidad tras la muerte de su esposo; pues no sabía trabajar porque siempre había dependido totalmente de él, la casa donde vivía estaba embargada y a ella solo le restaba esperar por una intervención divina.

Fue así cuando se arrodilló y le dijo a Dios que si era verdad que él era el esposo de las viudas y padre de los huérfanos, la rescatara; enseguida vio cómo en medio de un océano solitario donde pareciera que lo posible no existe, llegó un salvavidas a través de una señora que había conocido a su esposo, quien le organizó un plan para recoger dinero y así cancelar la deuda y evitar que Eunice se fuera a la calle con sus tres hijos.

El haber librado batallas, le había dejado secuelas en su salud, ahora tenía una enfermedad que le imposibilitaba moverse, cuenta que los dolores eran terribles y cierto día, estando en su cama acostada y muy deprimida le dijo a Dios: “todos se fueron con mi marido, su familia, mi familia, ¿ahora tú también me quieres enterrar con ellos?

Bajo un profundo sentimiento de desilusión, Eunice tomó el control del televisor y comenzó a pasar canales, cuando escuchó una música muy agradable y sintió que un fuego le abrazaba; enseguida el Pastor Ricardo Rodríguez salió a predicar mientras estas palabras se metían en lo más profundo de su alma.

En medio de este fuerte sentir cayó en cuenta de buscar una hoja para anotar los datos que salían en el televisor, por si era en otro país, para ella poderse comunicar, y pronto se enteró de que era en Bogotá.

Una mañana de domingo se dirigió a la iglesia, lo primero que vio fue un portón grande gris, al ingresar sintió de nuevo el fuego que le había envuelto cuando vio por primera vez el ministerio de los pastores Ricardo y María Patricia Rodríguez, a través del canal 11 y aún más fuerte. Entre tanto, su hijita pequeña le tomó de la mano y le dijo:* “mami aquí está el Señor y te va a dar un regalo hoy”*, contó Eunice.

Un manto de alegría comenzó a embargarla cada vez más fuerte, y con sus ojos cerrados, totalmente sumergida en la presencia de Dios tuvo una experiencia y vio que las coyunturas de su cuerpo estaban siendo cocidas con hilos de oro. Al instante no sabe qué pasó, cuando abrió sus ojos, estaba en el púlpito completamente sana – “Desde ese día no sé qué es tener dolor en mis huesos”, añadió.

De ahí en adelante cambió su manera de ver la vida, ahora se siente protegida y puede dormir tranquila, sabiendo que, aunque vengan tormentas no se hundirá porque Dios está con ella y sus hijos.