Esta es una confesión de lo que significó para Blanca Pava haber sido rechazada desde el vientre de su madre. Durante su infancia y juventud maltratada, experimentó sentimiento de odio hacia Dios, creyendo que Él era igual a sus victimarios, hasta que un día se encuentra cara a cara con el dador de la vida.

Blanca Pava nació en una familia desordenada, sus hermanos se dedicaban al hurto, homicidio, habían abusado de ella y su madre todo el tiempo la maldecía, le daba golpes; pues había nacido en un momento que para ella no era oportuno; de hecho, al enterarse de su embarazo, había intentado deshacerse de la bebé en tres ocasiones.

Blanca era apática, dura de corazón, no soportaba que la abrazaran ni mucho menos que le hablaran de amor.

Era apenas una joven y entre recuerdos, no olvida que su mamá era devota al divino niño, al cual odiaba, pues pensaba cómo Dios podría ser ese pequeño objeto quele había enviado tanto dolor en su vida. Un día cualquiera decidió prender su televisor y se encontró con un programa del pastor Ricardo Rodríguez, quien estaba enseñando una reflexión acerca del águila y cómo ésta debe tomar una seria y difícil decisión.

Ella se sintió identificada con aquella reflexión y supo que, así como el águila golpeaba su pico puntiagudo contra la roca hasta deshacerlo, esperaba unos meses a que le creciera para luego utilizarlo y proseguir arrancándose cada una de sus uñas y cuando estas salieran, dedicarse a desarraigar sus plumas viejas y pesadas, para que con el plumaje nuevo pudiera remontarse 30 años más y poder volar muy alto, Blanca supo que eso mismo debía pasar en su vida.

Pasaron algunos años y aquella semilla había quedado sembrada en su corazón. Las situaciones difíciles seguían rodeándole, había tenido un hijo, que ya tenía cinco años, pero como no tenía manera de sostenerlo, el papá del pequeño se lo había quitado.

Conoció una amiga que le compartió del Señor y ayunó por ella.

  • “Eso realmente me cautivó, ver que alguien hacía algo por mí, llenó mi corazón y por eso cedí para venir a la iglesia; además recordé que el pastor había dicho a través de t.v años atrás, que Dios podía restaurar todo lo que en nuestras fuerzas no era posible, jamás imaginé que Dios me traería a este lugar”- sostuvo Blanca

“Cuando entré al auditorio sentí que unos brazos de amor me envolvían como llamas de fuego y cada vez me inundaban más; esta vez tuve la experiencia de verle cara a cara a ese Dios que por muchos años había odiado porque no le conocía y que ahora me estaba enamorando, no vacilé y entre lágrimas le dije haz conmigo lo que tengas que hacer, restaura mi vida” – Agregó.r

De ahí en adelante Dios comenzó a conquistarla convirtiendo su vida en un camino de esperanza y pronto, resplandeció como la luz del medio día y su pasado se convirtió en aguas que se alejaron.

Era incapaz de acercarse a su madre, pero como Dios ama la verdad en lo íntimo, ella descargó su corazón delante de Él, quien le ayudó a perdonar.

No tardó en buscar a su madre y pedirle perdón, pues como hija maltratada, en ocasiones también se había levantado contra ella. Dios les restituyó y ahora su madre, no pierde oportunidad para honrar a Blanca; pues considera que su hija es coherente entre lo que dice y hace.

Dios tomó el corazón Blanca hecho pedazos, lo restauró y le entregó uno nuevo.

Ahora sirve al Señor en el coro y las escuelas de formación; tiene una excelente relación con su hijo quien ya es adulto y con la consolación que ha recibido de parte del Señor, consuela a otros.