Javier Gonzáles procede de una familia disfuncional, lo cual le llevó a consumir drogas desde que era un niño, hasta que un día tuvo un encuentro con el Señor quien lo salvó, liberó y restauró su vida con una hermosa familia.

Las circunstancias que rodearon a Javier desde niño no fueron las mejores, su madre debía trabajar para sacarlos adelante a él y a su hermano menor, lo cual desencadenó soledad en su vida y a sus 9 años comenzó a consumir alcohol y sustancias psicoactivas.

Con su cabello más bajo de la cintura y sumergido en el mundo de la música metálica, a los 15 años el problema de Javier ya  se había incrementado. Vivía en un mundo devastador y esos mensajes musicales atormentaban su mente y corazón, sumergiéndolo en un mundo oscuro del cual no podía salir.

Llegando a un punto álgido en su vida, una noche consumió en exceso cocaína y se sintió cercano a la muerte, circunstancia que le motivó a elevar una oración donde le pidió a Dios que le diera otra oportunidad. Fue entonces cuando con sus manos temblorosas y su corazón acelerado, prendió su televisor justo en el canal “UNO”, donde salió una reunión del Centro Mundial de Avivamiento y bajo sus síntomas, observó todo lo que ocurría en este lugar.

Inquieto por lo que había visto, Javier se levantó una mañana de domingo muy soleada, para ir al Centro Mundial de Avivamiento y mientras se acercaba, crecía la incertidumbre por saber con lo que se encontraría en ese lugar.

Cuando entró a la iglesia experimentó algo que no supo cómo describir con palabras, se sintió cautivado por un amor desbordante que fluía en aquella reunión, dirigida por los pastores Ricardo y María Patricia Rodríguez.

Pasaron los días y la necesidad por consumir drogas crecía cada día más y su cuerpo insaciable le exigía minuto a minuto con mayor intensidad correr hacia ese abismo peligroso que en cualquier momento podría terminar con su vida; ya era algo que se salía de control.

Fue entonces cuando transcurridos unos meses, volvió a la iglesia sin fuerzas, desanimado, pero con la esperanza de que Dios haría algo, así que elevó una oración de lo más profundo de su alma implorando por ayuda celestial y el Señor no se tardó en responder, al instante cayó de rodillas rodeado por un fuego abrazador y en medio de lágrimas sintió un amor sin igual.

“Solo bastó un instante nada más…cuando me levanté, estaba totalmente libre” agregó Javier.

Al poco tiempo comenzó a pedirle a Dios una esposa con unas características específicas. Pasados dos años cuando ya había desistido de recibir su sueño, y habiendo descansado en el señor, Javier conoció una bella joven, sin imaginar que Dios estaría gestando su propósito.

Poco tiempo después notó que aquella joven cumplía con los requerimientos que él le había hecho al señor, como la edad, color de los ojos y aún hasta los más mínimos detalles.

Comenzaron a conocerse y Javier sostiene que era tremendo ver cómo podían compenetrarse hablando de temas que jamás hubiesen tocado con otra persona. Con este acercamiento formalizaron su compromiso y luego se casaron para ser una familia inspiradora.

Por último, Javier declaró que su sueño es levantar una generación poderosa en sus hijas Débora y Eva para que sirvan en este gran Avivamiento que está impactando hasta lo último de la tierra.