¿Le fallaste al Señor y crees que no mereces ser perdonado? No temas, Dios no se ha dado por vencido contigo y te espera con los brazos abiertos.
Pedro fue uno de los discípulos de Jesús y uno de los tres más cercanos a Él. Caminó con el Señor, fue testigo de grandes milagros como la resurrección de Lázaro y la sanidad de su suegra, vio como Jesús multiplicó los panes y los peces y, además, caminó sobre las aguas. Pero, ¿sabes qué? Pecó contra el Señor y lo negó tres veces.
La Biblia dice que, tras fallarle al Señor, lloró amargamente. Pedro pensó que no era mecedor de la misericordia de Dios y que estaría condenado a vivir sin Él. Pero no, el Señor no había terminado con Él, así como no ha terminado contigo. La historia de Pedro no termina con su pecado, su vida fue un ejemplo de pasión y amor por Jesús y hoy nos demuestra que no necesitamos ser perfectos para tener una relación con Dios.
Tus errores no definen quién eres en Dios
Dios te ama de una manera tan inexplicable que no se da por vencido contigo; al contrario, tiene el mejor de los planes para tu vida. ¿Pecaste? Aún puedes arrepentirte y volver a los brazos de Jesús, pero la decisión la tomas tú.
Dios no te quiere atado al pecado. Quiere restaurarte para que tengas una vida con gozo, paz y para que puedas ayudar a levantar a otros con tu testimonio. Pero, búscalo con todo tu corazón ahora que tienes la oportunidad de hacerlo.
No dejes para mañana una oración que puedes hacer hoy
Cuando te arrepientes y dejas que el Espíritu Santo restaure tu vida experimentas una paz que nadie puede explicar. Déjate amar por Él y ámalo con todo tu corazón, solo así serás libre de la atadura del pecado que te separa de Él.
Corre a la presencia de Dios y pídele perdón por fallarle, pero también recibe su perdón y sigue buscándolo todos los días. Tú comunión con Él es la clave del mejor cambio en tu vida.