Hay momentos en la vida en los que el peso del pasado parece ahogarnos. La culpa, la vergüenza y el dolor de nuestros errores pueden hacernos creer que ya no hay vuelta atrás, que lo arruinamos todo. Pero hoy quiero recordarte algo poderoso: ¡Dios sí te perdona!

No importa cuán lejos hayas llegado ni cuán oscuro haya sido tu camino, el corazón del Padre siempre está abierto para recibirte. Su perdón no se gana, se recibe. La Biblia dice que “Él echará en lo profundo del mar todos nuestros pecados” (Miqueas 7:19). ¡Qué imagen tan hermosa y liberadora!

A veces escuchamos voces que nos dicen que ya no hay esperanza, que no merecemos una segunda oportunidad. Pero la Palabra de Dios es clara: “El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia” (Proverbios 28:13). Dios no está buscando hombres y mujeres perfectos, está buscando corazones sinceros.

Jesús ya pagó el precio por ti. En la cruz, Él llevó cada culpa, cada error, cada fracaso. “Mas Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados” (Isaías 53:5). Su sacrificio es suficiente. No hay pecado tan grande que la gracia de Dios no pueda cubrir.

Si hoy sientes que no eres digno de acercarte a Él, escucha esta promesa: “El que a mí viene, no le echo fuera” (Juan 6:37). Dios no te rechaza. Al contrario, Él te espera con los brazos abiertos, listo para sanar tu corazón, restaurar tu vida y darte un nuevo comienzo.

No estás solo. Tu historia no termina en el error. Si te arrepientes, si clamas a Él, puedes empezar de nuevo. Porque en Jesús hay gracia, hay perdón y hay vida.