En Mateo 25:14-30, Jesús comparte una poderosa parábola que nos revela el deseo profundo de Dios para nuestras vidas: más.

Pero es en todas las áreas: Más bendición, más prosperidad, más vida abundante. Él nos invita a ser fieles con lo que hemos recibido, porque cuando somos fieles en lo poco, Dios nos promete más.

Es importante entender que el deseo de Dios no se detiene en lo que ya tenemos, sino que se extiende hacia el futuro, hacia lo que Él quiere darnos. Él anhela que prosperemos en todas las áreas de nuestras vidas, no solo materialmente, sino también espiritualmente. La clave para recibir más está en nuestra fidelidad y en el crecimiento de nuestra vida espiritual.

La promesa de Dios en 3 Juan 2 es clara: "Amado, yo deseo que seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma." Aquí vemos una condición implícita: así como prospera tu alma. Esto significa que a medida que nuestra vida espiritual crece, todas las demás áreas de nuestra vida también prosperarán. Si tu vida espiritual está subiendo, todo lo demás subirá contigo.

Pero para experimentar esta plenitud de bendición, debemos prestar atención a tres advertencias importantes:

1. Corazón: Dios nos llama a circuncidar nuestros corazones, a apartarnos del lenguaje y las actitudes mundanas, y a vivir consagrados a Él. (Deuteronomio 30:6)

2. Oídos: Debemos estar atentos a la voz de Dios y no ser tardos para oír. No podemos permitir que la incredulidad o la resistencia nos impidan recibir lo que Dios quiere darnos. (Proverbios 4:20-22)

3. Nuca: La obediencia completa es clave. No podemos detener la bendición de Dios con desobediencia en áreas específicas de nuestra vida. La obediencia total nos lleva a la plenitud de la bendición. (Deuteronomio 28:1)

En resumen, si nuestra vida espiritual está en ascenso, podemos confiadamente pedir a Dios todas las demás cosas. El Señor nos está llevando a un nivel más profundo de relación con Él, y en ese proceso, nos está preparando para recibir abundancia en todas las áreas de nuestra vida. Recordemos siempre que Dios es bueno, y Su deseo para nosotros va más allá de lo que podemos imaginar.