En la Biblia encontramos mujeres de las que todos podemos aprender muchísimo. Si hoy pudiéramos entrevistarlas, estoy seguro de que hombres y mujeres, jóvenes y adultos, descubriríamos tesoros sorprendentes en sus historias.
Algunas personas creen que la Biblia es machista, pero esa idea está muy lejos de lo que realmente enseña la Palabra de Dios. Fue Jesús quien resaltó la obra de las mujeres, quien destacó sus virtudes y rompió con los complejos sociales, culturales y paradigmas de la época.
Las mujeres en la Biblia son mujeres de fe, apasionadas por Dios y ejemplos vivos de cómo mover su mano a nuestro favor. En los evangelios vemos a varias de ellas siguiendo a Jesús y dejando huellas profundas en la historia.
Pasión por la Presencia de Dios
María de Betania, hermana de Marta y de Lázaro, hospedó a Jesús en varias ocasiones y se convirtió en una gran amiga del Señor. La conocemos por sentarse a los pies de Jesús y deleitarse con sus enseñanzas. Jesús mismo dijo que ella había escogido la mejor parte.
Servir a Jesús es valioso y digno de imitar, pero Él también quiere que aprendamos a detenernos, a escucharle y a disfrutar de lo que desea hablarnos. María fue además la mujer que derramó el perfume más costoso sobre los pies del Señor, a pesar de las críticas. Jesús prometió que dondequiera que se predicara el evangelio, se hablaría de ese acto. Y hoy, al recordarla, vemos cómo esa promesa se sigue cumpliendo.
Una fe sorprendente
María de Nazaret, conocida como la Virgen María, es un ejemplo extraordinario para todos. Su vida nos muestra lo que significa tener una fe valiente, una fe que arriesga todo: su reputación, su matrimonio y hasta su vida.
En aquella época, una mujer embarazada fuera del matrimonio podía ser condenada a muerte. Sin embargo, María confió y obedeció sin reservas lo que Dios le había dicho. Esa es la clase de fe que nos inspira hoy.
Pregúntate: ¿cuántas promesas o instrucciones has recibido de Dios? ¿Y cómo has respondido frente a ellas? Vale la pena detenerse a reflexionar en esto.
Jesús te busca porque te ama
La mujer samaritana es otro ejemplo poderoso. Por su historia personal y por la cultura de su tiempo, se sentía marginada y rechazada por los judíos. Sin embargo, la Biblia nos dice que Jesús “tenía que pasar” por Samaria.
Imagínate el GPS de los discípulos sugiriendo una ruta más rápida por otro lugar, pero el GPS de Jesús era distinto: Él tenía una parada obligatoria allí. Nadie quería ir a Samaria, pero el Señor fue con gozo, porque la estaba buscando a ella.
En ese encuentro, la mujer experimentó el amor y la misericordia de Dios. Descubrió que, a pesar de nuestros pecados, Él nos busca para darnos esperanza, transformarnos en sus hijos y hacernos portadores de su mensaje.
Seamos fieles sin importar las circunstancias
María Magdalena es un personaje que siempre deberíamos tener presente. Su corazón fiel es un legado eterno.
Ella estuvo junto a Jesús en momentos de triunfo, pero también en los más dolorosos: la persecución, la crucifixión y hasta el sepulcro. Permaneció cuando muchos se alejaron. Y fue recompensada: fue la primera en ver a Jesús resucitado, y de sus labios salieron las palabras que aún hoy resuenan en todo el mundo: “¡El Señor vive!”
Las primicias de las bendiciones siempre son para los fieles. Dios anhela que seamos leales hasta la muerte, y que la fidelidad sea una de las marcas más importantes de nuestra vida cristiana.
Estas historias nos recuerdan que la fe, la pasión, la obediencia y la fidelidad no tienen género ni época. Son virtudes que transforman vidas y que siguen inspirándonos hoy.