Parece una pregunta fácil de responder, pero a medida que vayas leyendo, esta pregunta cobrará más sentido, quiero llevarte a la historia del rey David y el momento en el que decide traer el arca de Dios a su ciudad: Jerusalén.
El arca de Dios de encontraba en casa de Abinadab y poniéndola sobre un carro nuevo, Uza y Ahío, la estaban llevando al rey. La orden de David parecía muy fácil, casi como si se tratara de un servicio a domicilio o un delivery, estos dos hombres estaban llevando esta caja antigua, que databa de la época de Moisés.
Pero llegando a la era de Nacón, Uza extendió su mano al arca de Dios y la sostuvo porque los bueyes tropezaban y el furor de Jehová se encendió contra Uza y lo hirió allí Dios por aquella temeridad y cayó allí muerto junto al arca de Dios. Y temiendo David a Jehová aquel día no quiso traer para sí el arca de Jehová a la ciudad de David y la hizo llevar David a la casa de Obed-edom geteo, estando allí por tres meses y bendijo Jehová a Obed-edom y a toda su casa. 2 Samuel 6:6-10
En esta historia podemos resaltar a dos familias: La familia de Abinadab y la familia de Obed-edom.
La familia de Abinadab tuvo el arca de Dios en su casa por 20 años y la familia de Obed-edom que la tuvo por 3 meses, pero con dos resultados diferentes para ambas familias, siendo la misma arca de Dios, siendo la misma gloria, la misma presencia del Espíritu Santo.
En la familia de Abinadab fue dolor y en la familia de Obed-edom fue un avivamiento.
Los hijos de Abinadab tuvieron como resultado muerte, pero los hijos de Obed-edom resultaron apasionados por servir a Dios.
1 Crónicas 26: 4 “Los hijos de Obed-edom: Semaías el primogénito, Jozabad el segundo, Joa el tercero, el cuarto Sacar, el quinto Natanael, 5el sexto Amiel, el séptimo Isacar, el octavo Peultai; porque Dios había bendecido a Obed-edom.” La descendencia de Obed-edom podemos ver que terminaron sirviendo en la casa de Dios.
¿Qué generación vamos a levantar? ¿qué clase de hijos serán los nuestros? ¿cómo los de Abinadab o cómo los de Obed-edom?
La respuesta a estas preguntas depende exclusivamente de nosotros.
«¿Ocultaré mis planes a Abraham?—preguntó el Señor—. 18 Pues Abraham sin duda llegará a formar una nación grande y poderosa, y todas las naciones de la tierra serán bendecidas por medio de él. 19 Yo lo escogí a fin de que él ordene a sus hijos y a sus familias que se mantengan en el camino del Señor haciendo lo que es correcto y justo. Entonces yo haré para Abraham todo lo que he prometido». – Gn. 18: 17 – 19
Abraham era el responsable de enseñarle a sus hijos el temor de Dios. Dios sabía que Abraham iba a levantar una generación para Él: Isaac fue un hombre temeroso de Dios, Jacob lo fue, Josué lo fue.
Pero ese temor a Dios vino de esa formación en casa.
¿qué tan liviano somos con la formación del temor a Dios sobre nuestros hijos?
Porque el temor a Dios que tuvo el hijo de Abinadab llamado Uza, que al ver que los bueyes tropezaban, quiso acomodar el arca de Dios como un simple cajón, lo llevó a la muerte, mientras que el temor a Dios que tenían los hijos de Obed-edom los llevó a irse de su casa por seguir la presencia de Dios y servir en su casa.
¡Velen con intención y con insistencia cómo formar nuestros hijos! Seamos radicales y estrictos en la formación del temor a Dios.
Todo lo que uno haga como Padre, nuestros hijos lo harán multiplicado por diez veces. Si nos ven con flojera para ir a la iglesia, para servir a Dios, nuestros hijos harán lo mismo.
Pero si nuestros hijos nos ven con pasión por Su Presencia, sus corazones también arderán por Dios.
Tenemos que ser como padres, un modelo y un ejemplo para ellos.
O somos la casa de Abinadab o somos la casa de Obed-edom. Es la pasión de Abinadab o la pasión de Obed-edom la que va arrastrar a nuestros hijos.
Vemos miles de jóvenes que corren de una iglesia a otra, de un evento a otro, de un concierto a otro y parece que, sí saben lo que tienen que hacer, porque pueden imitar una actitud de estar adorando a Dios con solo escuchar una alabanza y levantar sus brazos en señal a que están adorando, pero sus corazones están lejos de Dios, porque por los frutos se puede ver.
Esa es una generación que no son hijos de Dios, sino hijos de la Iglesia, porque hacen lo que la iglesia hace. Si ven que están orando, oran; si ven que están adorando: levantan sus manos, imitando todo lo que ven, pero su corazón no está ahí; en otras palabras, el arca de Dios y la presencia de Dios si está ahí.
Es la pasión que arde en el corazón lo que determina la diferencia. Es la pasión de Abindab o la pasión de Obed-edom.
Oremos que el Señor nos dé la sabiduría para enseñar a nuestros hijos en el correcto temor a Dios y verlos apasionados por su obra.
¡Que la próxima generación sea más apasionada por Dios que la nuestra!
¡Que sean hijos de Dios principalmente y no hijos de la iglesia!