Según un reciente estudio de la Organización de Estados Americanos (OEA) hay un alto consumo de alcohol y drogas entre jóvenes de 13 y 17 años. Según la encuesta realizada en varios países del continente americano, cada vez va aumentando el número de personas, que a corta edad tienen contacto directo con alguna sustancia pscicoactiva.
Cristian era un joven común y corriente, vivía en una ciudad colombiana llamada Planeta Rica, en el departamento de Córdoba. Se formó en el seno de una familia sana y aparentemente estable. Como la mayoría de los jóvenes creció con sueños, metas, propósitos y el deseo salir adelante y ser alguien en la vida, pero a la corta edad de 13 años su vida dio un giro inesperado.
Una tarde de viernes, mientras un amigo suyo fumaba cocaína, y sin dudarlo una vez, Cristian le dijo que quería probar. Allí quedó preso y desde entonces empezó a entrar en el mundo de las drogas, discotecas y el alcohol. Consumía todos los días y aunque en algún momento pensó en dejarlo todo, no pudo. Mientras se fue a una de las fiestas tradicionales de su pueblo, dejó la cartera en la casa, de repente su madre estaba limpiando y encontró con sustancias indebidas dentro ella; cuando Cristian volvió a casa, su madre estaba llorando desconsoladamente.
“Ella no podía creer lo que pasaba y aunque le dije que no lo volvería a hacer, seguí consumiendo”
El tormento continuaba en aumento, era tanta la adicción que a Cristian le sudaban las manos, tenía frecuentes dolores de cabeza y andaba de mal humor todo el tiempo. Cada día que pasaba era más difícil para él ya que no podía detener su consumo y poco a poco veía cómo su familia sufría las consecuencias de un hijo que caía en picada. Cuenta también que una vez, mientras estaba en una discoteca y en medio de su borrachera, se lazó desde un segundo piso, por fortuna calló de pie, pero asegura que la misericordia de Dios estuvo todo el tiempo acompañándolo. Otra de sus experiencias fue cuando duró toda una noche en una fiesta, al día siguiente tenía que ir a la universidad pero el efecto de su consumo lo dejó dormido en la calle por muchas horas, expuesto a que pudieran robarlo o hacerle daño. Seguramente el futuro de Cristian no iba a ser bueno; si continuaba con la adicción y a la velocidad que iba, tal vez llegaría a vivir menos de 40 años.
“Todo el tiempo pensaba en consumir (24/7) y tomar trago y aunque trataba de tener fuerza de voluntad, no dejaba de hacerlo”.
Un día, mientras Cristian ingería su dosis se dio cuenta que su hermano mayor lo había visto y afirma que le dolió más que cuando su madre lo había descubierto ya que lloraba como un niño sin parar. Ahí se dio cuenta que necesitaba ayuda, pero la lucha contra él mismo era muy fuerte, hasta llegó al punto en el que una vez, sin estar drogado, sacó las drogas y lloró en frente de ellas. Lo más asombroso es que dice que aunque quería dejarlas había algo que lo impulsaba a hacerlo más y sus fuerzas no era suficientes.
Como se dio cuenta que no tenía el control sobre eso aceptó la invitación de su hermano a la iglesia, quien era creyente, y al cabo de un tiempo Dios empezó a actuar en su corazón, le entregó su vida pero necesitaba algo más, ese encuentro que todos necesitamos, hasta que en un servicio, cantando un coro viejo, el Espíritu Santo lo tomó y cayó al piso sin tener control sobre sí
“Cuando me levanté sentí que no era el mismo y sabía que Dios me había transformado completamente porque el deseo que tenía de consumir había sido arrancado de raíz”
Ahora Cristian vive en Bogotá y Dios lo plantó en el Avivamiento, un lugar en donde empezó a fructificar ya que, como abogado, Dios lo ha puesto por cabeza; hasta algunos medios de comunicación lo han entrevistado y todo lo que hace es prosperado.
Cristian le da toda la gloria a Dios por la obra que hizo en él y sabe que así como fue rescatado, muchos jóvenes que hoy en día viven la misma situación también pueden hacerlo. Su mayor experiencia ha sido conocer al Espíritu Santo y dice que su adicción fue cambiada por estar en la presencia de Dios, ama el lugar secreto y en este tiempo declarado por los pastores Ricardo y Ma. Patricia Rodríguez como tiempo de buscar a Dios sabe que es un deleite y confirma el llamado que Dios está haciendo a toda la iglesia para este año de las más grandes conquistas.
“Ahora que me congrego en Avivamiento siempre quiero llegar rápido porque sé que el Espíritu Santo está allí esperando por mí. Su presencia es palpable y disfruto todo lo que el Señor tiene para dar. No solamente allí, sino en mi lugar secreto”
Así fue como Dios cambió la vida de Cristian y ahora se prepara para servirle al Señor