¿Cuántas veces te has detenido a pensar en lo valiosa que es la presencia de Dios en tu vida? Tal vez la disfrutas en una reunión, en tu tiempo de oración, en un momento de adoración… pero, ¿la estás cuidando cada día o la dejas pasar como algo común? Este mensaje es un llamado directo para ti: a no conformarte con una fe superficial, sino a vivir con un corazón apasionado y comprometido con el Espíritu Santo.

Falsos destellos

Dios está buscando a quienes no se rinden fácilmente, a los que pelean por su bendición. Tú puedes ser como Fares, alguien que se esfuerza por mantener viva la fe, o puedes parecerte a Zara, que representa esa fe que empieza con fuerza pero pronto se apaga. La diferencia está en tus decisiones diarias: en cuánto valoras la presencia del Señor y cuánto estás dispuesto a luchar por ella.

La promesa también es tuya

Cuando Dios le dijo a Abraham: “en ti serán benditas todas las familias de la tierra”, no era solo un asunto histórico. Era también un anticipo de lo que tú puedes vivir hoy. Esa bendición sigue corriendo por la historia y alcanzó su plenitud en Jesús. Pero para disfrutarla, necesitas permanecer fiel, creyendo que lo que Dios prometió, Él lo cumple en tu vida y en tu familia.

Historias que te inspiran

Mira a Rut. Ella dejó atrás su tierra y decidió seguir a Noemí con una determinación admirable: “tu Dios será mi Dios”. Por esa fe radical, terminó siendo parte de la genealogía de Jesús. O piensa en Rahab, que arriesgó su vida para proteger a los espías y así aseguró su lugar en la historia sagrada. ¿Qué te dicen estas historias? Que la bendición no es para los “perfectos”, sino para los que buscan a Dios con un corazón sincero y dispuesto.

No cambies lo eterno por lo pasajero

La Biblia también muestra ejemplos dolorosos. Esaú cambió su primogenitura por un plato de comida. Saúl perdió la unción porque no supo valorar la obediencia. ¿Y tú? ¿Cuántas veces corres el riesgo de cambiar lo eterno por algo que solo dura unos minutos? Este es un recordatorio de que la verdadera pérdida no es de cosas materiales, sino de la presencia de Dios cuando dejamos de valorarla.

Consagración: el secreto de la fuerza

Si hay algo que Dios te pide es consagración. Sansón tenía todo para ser un hombre de victoria, pero jugó con lo que Dios le dio y terminó en derrota. Tú también tienes un llamado especial, un don, una gracia. Pero si no cuidas tu vida espiritual, si no apartas tu corazón para Dios, corres el riesgo de perder lo más valioso. La consagración no es una carga, es el secreto para vivir lleno de fuerza y de propósito.

El fuego del avivamiento empieza en ti

El avivamiento no es un evento, ni una campaña, ni una fórmula. El avivamiento empieza en ti, cuando tu corazón se rinde al Espíritu Santo. No se trata de métodos, se trata de una relación íntima y real con Dios. Si lo buscas de verdad, Él encenderá en ti un fuego que transformará tu vida y tocará a los que están a tu alrededor.

Nunca pierdas tu primer amor

¿Recuerdas esos días en que sentías que nada era más importante que estar en la presencia de Dios? Ese deseo de orar, de leer la Palabra, de servir, de cantar sin importar quién te mirara… Ese es el primer amor que no puedes perder. Las distracciones, las rutinas y las preocupaciones pueden apagarlo, pero tú puedes decidir hoy volver a encender la llama.