En el pasaje de Mateo 17:14-20, la Biblia nos relata la historia de un hombre, cuyo hijo sufría unos terribles ataques que ponían en peligro su vida. Él había ido a donde los discípulos de Jesús, pero ellos no lo habían podido sanar. Al llegar a Jesús, Él reprende a ese demonio que tenía atado a aquel muchacho, y este queda completamente sano; al ver sus discípulos lo sucedido, le preguntaron: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera? Y la respuesta de Jesús la vemos en el verso 20: “Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible”.
Vemos también en la escritura que Jairo, cuya hija había muerto, tuvo la fe suficiente para conseguir su milagro y tener de vuelta a su hija. Además está el ejemplo de la mujer que llevaba doce años padeciendo de un flujo de sangre, quien había agotado todos sus recursos sin conseguir nada a cambio, y en un solo instante tocó el borde del manto de Jesús, y quedó totalmente sana.
En los ejemplos anteriores podemos resaltar un factor común, un “algo” que estas personas tenían, y por lo cual alcanzaron el deseo de su corazón. Ese “algo” es la base del evangelio, del cristianismo y de nuestras vidas, y se llama: Fe.
Nuestra sanidad, el bautismo del Espíritu Santo y orar en otras lenguas, lo recibimos por fe; es por la fe que movemos las montañas, conquistamos reinos, tapamos bocas de leones. La fe es el arma espiritual más grande que Dios nos ha dado. Esa es la victoria que vence al mundo, nuestra fe.
La fe no es algo que se construye en un laboratorio, o que se aprenda en la escuela bíblica, teológica o filosófica. La fe, es una esencia espiritual que nosotros necesitamos aprender y alcanzar; y es precisamente lo que Dios quiere enseñarnos en este mensaje. Por eso queremos compartir contigo estas 5 herramientas, a través de los cuales podrás edificar tu fe:
1. Ser específico en la oración.- Tienes que tener absoluta claridad de qué es lo que quieres, y ser específico a la hora de pedirlo, y de esta manera Dios empezará a obrar.
Josué 10:12-13a “Entonces Josué habló a Jehová el día en que Jehová entregó al amorreo delante de los hijos de Israel, y dijo en presencia de los israelitas: Sol, detente en Gabaón; Y tú, luna, en el valle de Ajalón. Y el sol se detuvo y la luna se paró, hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos”.
2. Desear lo que pides.- Lo que deseamos nos va a ser dado. Jairo no estaba jugando a la fe, él estaba deseando con toda su alma lo que estaba pidiendo. Así que si tú no deseas lo que quieres, ¿Cómo te va a llegar?
La mujer del flujo de sangre había gastado todo lo que tenía buscando su sanidad, porque ella deseaba con todas sus fuerzas, su sanidad.
Proverbios 10:24 “Lo que el impío teme, eso le vendrá; Pero a los justos les será dado lo que desean”.
3. Visualizarlo.- Lo tercero que debes hacer es visualizar lo que estás pidiendo y deseando. Tienes el ejemplo de Abraham, quien no había podido tener hijos. Así que Dios lo saca de su tienda, le muestra las estrellas del cielo y le dice que así será su descendencia; al verlo Abraham, tuvo fe y le fue contado por justicia.
Génesis 15:5 “Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia”.
4. Tener un Rhema de Dios.- En Romanos 10:17 dice: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”.
En esta escritura el original de palabra es Rhema, en otros pasajes el original es Logos.
Logos: Lo que Dios ha dicho, lo que está en la Biblia.
Rhema: Lo que Dios está diciendo.
Esta es la forma más grande de tener fe, ya que es lo que viene a tu espíritu cuando escuchas o lees una palabra de Dios, y sabes que Dios te está hablando, y es entonces cuando ese pasaje aviva tu espíritu y te da la confianza y la seguridad que es para ti.
5. Declararlo: Una vez Dios te haya dado ese Rhema, lo último que debes hacer es dar muestras de fe; y es precisamente lo que nos dice Romanos 4:17b “y llama las cosas que no son, como si fuesen”. Porque si Dios dijo, entonces tú también debes decirlo.
Cuando Moisés y el pueblo de Israel estaban frente al mar rojo y el ejército egipcio persiguiéndolos, Dios le dijo a Moisés que marcharan. Y tal vez te preguntarás en tu caso ¿Qué es marchar? Pues bien, marchar es decirle a la montaña que se mueva, es decirle al vientre estéril que viva, decirle a la ruina fuera y prepararnos para la llegada de nuestra bendición. Porque si Dios dijo, Él lo hará.
Sin importar cual sea tu imposible, la montaña que tengas en frente o el milagro que necesites, es tiempo de que te levantes, hagas un cambio en tu oración y seas específico a la hora de pedir, que desees con todo tu corazón lo que estás pidiendo, lo visualices y esperes a tener una palabra rhema de parte de Dios; una vez tengas esa palabra, ¡Prepárate! Porque tu milagro ya está a la puerta.