¿Sabías que el primer símbolo de la era cristiana no fue el pescado, en realidad fue el ancla que se utilizaba para decir: “Mi esperanza es Jesús”. El ancla representa nuestra esperanza en medio de una tormenta, es nuestra esperanza en Jesús.
Isaías 40:29-31 dice:
Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas.
Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen;
pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán.
Los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas
Cuando tú caes en lo profundo de la prueba y los que podían ayudarte te dicen que no es posible, que no hay nada que hacer, que es imposible; qué bueno ser sordo a esas palabras, cuando estás en esa rama y en el fondo tienes la ilusión que Dios puede hacer algo, eso se llama: Esperanza, una de las grandes virtudes del cristiano.
Esperanza no es fingir que no existen los problemas, no es como el avestruz que mete su cabeza para no ver lo que está pasando, sino que es la confianza de que los problemas no serán eternos, que las heridas del corazón o del cuerpo un día se van a sanar, es esa confianza interna de que esas dificultades se van a superar. Es cuando a pesar de las dificultades tú dices: “Esto también pasará”. Eso se llama: Esperanza, y los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas.
El llamado hoy es a no perder la esperanza, es a no dejar la esperanza que es ancla del cristiano (Hebreos 6), porque cuando tú pierdes el ancla eres como un barco a la deriva, sin rumbo.
El libro de Job nos habla de un hombre que tenía esperanza.
Uno de los grandes hombres de la fe, Dios lo había prosperado, le había dado ganado, bueyes, asnos, trabajadores, hijos e hijas, era el más grande entre todos los orientales. Pero el día de la prueba en un solo día, él perdió todo, tenía 7 mil ovejas, 3 mil camellos, 500 yuntas de bueyes, todo lo perdió en un día, a sus criados, a sus hijos.
Así que rasgó sus vestiduras y dijo: “Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito” Job 1:21.
Luego le vino una llaga de la cabeza a los pies, sus amigos al verlo callaron por 7 días al ver su dolor. Muchas veces se preguntó el porqué de lo que estaba viviendo, pero hay una frase singular de Job: “aunque él me matare, en él esperaré” Job 13:15. ¡Los que esperan a Jehová! Él tenía el ancla puesta en Dios.
Mardoqueo
El rey Azuero había llamado a un hombre llamado Amán y lo hizo el segundo en el reino, y había ordenado que todos se postraran delante de él, y Mardoqueo como era un creyente no quiso postrarse delante de él, y Amán, viendo que Mardoqueo no se postraba y le contaron que era judío, quiso destruir a toda la raza judía, y logró un edicto del rey Azuero donde ordenaba la muerte de todos los judíos, y se estableció una fecha para la matanza. Así que Mardoqueo se vistió de luto y estaba clamando a las puertas del palacio y su sobrina que había llegado al reino y era la esposa del rey, por lo cual le pidió que ella interviniera ante el rey. Pero ella dijo que no podía porque había una ley que el que se presentara delante del rey sin ser llamado moriría, así que Mardoqueo dijo: “No pienses que escaparás en la casa del rey más que cualquier otro judío. Porque si callas absolutamente en este tiempo, respiro y liberación vendrá de alguna otra parte para los judíos; mas tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?” Ester 4:13-14.
En otras palabras, Ester sino haces algo, yo respiro y sé que Dios hará algo para liberar a los judíos. ¡Los que esperan a Jehová!
Cuando tú pierdes el ancla que es la esperanza en Jesús, eres como un barco a la deriva, no tienes razón de ser, es lo peor que te puede pasar.
Hubo un famoso ateo Dr. Hume que había promovido el ateísmo en Europa y en el mundo con sus libros, y el día que su mamá moría, en la angustia él le decía: “Mamá ten fe”, y ella le contestó: “¿En qué? Si tú me la robaste”.
Israel
Cuando alguien pierde la esperanza es como un barco sin rumbo en medio del mar, eso le sucedió a Israel. Dios envió plagas que caían sobre los egipcios y no tocaban a los israelitas, Dios sacó a Su pueblo con los mejores vestidos y los tesoros de los egipcios, y les provee agua de la roca y pan del cielo en el desierto, les envía carne por montones, cuida de ellos, les da leyes e instrucciones, era Su pueblo, los trae a la tierra de Canaán, y envía Moisés espías y regresan después de 40 días y le dicen al pueblo: “Los habitantes son gigantes, no vamos a poder luchar contra ellos” y el pueblo lloró toda la noche. ¡Noticias malas! Los que traer reportes que roban la esperanza. Ese pueblo que tenía el ancla en Dios, la perdió y quedó a la deriva, 40 años en el desierto como un barco sin rumbo en el mar, porque alguien les robó la esperanza.
Los amigos de David
Ellos sabían que era el ungido y que Dios estaba con él, que vieron cómo derrotó a Goliat y lo vieron como siendo capitán de mil a donde iba vencía y era de renombre y todo el mundo hablaba que Dios estaba con él. Cuando David fue perseguido y se escondió en la cueva de Adulán se unieron a él muchas personas que comenzaron a vencer gigantes, tenían batallas poderosas, y a donde iban traían victoria y riquezas; pero un día, al regresar encontraron a Siclag encendida en fuego y las mujeres y los niños y el ganado y todo se lo habían llevado unos amalecitas; así que empezaron a llorar, después de tanta valentía y conquistas en una prueba perdieron la esperanza, perdieron el ancla, y comenzaron a llorar toda la noche, hasta que se les acabó la fuerza y querían matar a David.
La promesa hoy es: “pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán” Isaías 40:31. Los que esperan a Jehová, tendrán nueva autoridad, nuevos medios, nuevas capacidades, nueva autoridad, nuevas fuerzas.