Pastor Juan Sebastián Rodríguez
El salmo 56 desnuda el corazón de David, un guerrero que se encontraba en un momento de aflicción y lamento. El dulce cantor de Israel, nos muestra que somos débiles, que somos frágiles, y que en esos momentos de desconcierto, de aflicción, momentos desconocidos y perturbadores, es preciso que nos preguntemos: ¿Por qué se levanta el temor como guerrero gigante delante nuestro?
David era un hombre que había enfrentado leones, osos, había matado al gigante Goliat, sabía que sus victorias estaban aseguradas, era un guerrero, fuerte en batalla y no temía a los hombres; pero en este salmo, este mismo guerrero estaba escondido, atemorizado, lleno de terror, arrinconado, aislado y aparentemente derrotado, y en esa angustia clama a Dios y nos da una gran lección: Frente al miedo, sin importar cuál sea el temor, se debe respirar y proclamar de lo profundo del corazón con toda la confianza: “El día en que temo, yo en ti confío”.
Cuando el temor nos visita, pareciera que nos vistiera, que nos devorara y nos oprimiera, y fue en ese momento cuando David apeló a la misericordia de Dios: “Ten misericordia de mí, oh Dios, porque me devoraría el hombre; me oprime combatiéndome cada día.
Esa palabra “cada día” es notoria a lo largo de los primeros versículos de este salmo, para indicarnos que era una lucha, una prueba constante, no era una, sino una tras otra sin tregua. Nada hay más terrible que una prueba que no para, que insiste y está vez tras vez recordando que está frente a nosotros, y nos quiere derribar. Pero es ahí cuando debes recordar que Su misericordias es infinita, que tiene un sello que nos protege, nos levanta y nos anima.
Satanás ha visto el potencial que hay en ti, y no va a dar tregua, no va a dar descanso, él se ha parado hoy frente a ti para decirte: ¡Mi plan es destruirte, quiero rechazar tu bendición, quiero impedir tu prosperidad! Él está frente a ti intimidándote, callándote, agotándote y apagando tu don; como serpiente se ha metido entre nosotros para quitarnos las fuerzas, debilitarnos y que no podamos ver el éxodo que Dios ya ha decretado, pero la pregunta aquí es: ¿hasta cuándo se lo vamos a permitir?
Cuando las aflicciones vienen sobre tu vida y tus temores son tan grandes como si Dios se hubiera olvidado de ti, debes saber que Él está contigo, no te ha olvidado, tus lágrimas no han caído a tierra, sino que Jesús mismo las ha recogido en Su redoma, y están delante de la presencia de Dios, haciendo memoria por ti. ¡Él ha visto tu aflicción!
¿Qué hacer ante esa angustia?
Escucha está ilustración del águila:
Cuando ya Jesús tiene tus lágrimas en Sus manos, es el momento en que debes proclamar: “El día en que temo, yo en Ti confío” “En Dios he confiado, no temeré lo que pueda hacerme el hombre”.
Frente a la dificultad de la vida, tu fe debe estar anclada en el Dios que vence tus temores, por eso levántate y con todas tus fuerzas declara: “Mi fe es inquebrantable”.
Escucha la predicación completa en: https://youtu.be/5RKk_I216aI