Noé fue un hombre como diríamos en Colombia; berraco, luchador y crédulo, pero ojo, no estamos hablando de crédulo como algo malo, todo lo contrario, pues gracias a que Noé hizo todo lo que Dios le dijo al pie de la letra, fue ejemplo de fe, tal como se ve en Hebreos 11.

Noé era hijo de Lamek y pertenecía a la novena generación después de Adán. Cuando Dios decidió eliminar la corrupción de los hombres sobre la tierra enviando el diluvio, escogió a Noé para salvaguardar el futuro de la raza humana. Tras advertirle de lo que iba a ocurrir, Dios ordenó a Noé que construyera según sus instrucciones un arca capaz de flotar sobre las aguas y que guardara en ella una pareja de cada especie animal. Finalmente, Noé, su esposa y sus tres hijos con sus mujeres entraron en el arca y sobrevino el diluvio, que duró cuarenta días.

Después de que dejó llover, Dios estableció un pacto con Noé y su familia para que no se repitiera ya ningún diluvio. “Yo establezco mi pacto con vosotros, y nunca más volverá a ser exterminada toda carne por las aguas del diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra” Génesis 9:11 Tras establecer el pacto, Dios renovó además los preceptos dados en la creación, incluyendo dos variaciones: el hombre podía matar y comer animales, y el hombre que matara a otro hombre sería castigado a partir de entonces por sus semejantes.

Es increíble esta historia, porque si bien es muy conocida en todo el mundo y se han hecho infinidad de películas, series, libros, etc, la mayoría de las veces se omite ¿por qué Noé? ¿Qué hizo que Dios se fijara en él? ¿Por qué lo escoge a él y su familia para repoblar la tierra? ¿Cómo reaccionarían las personas a su alrededor al verlo construir un arca, si se supone que en aquel tiempo no llovía? ¿Qué pensarían al respecto? Lo primero, que quiero resaltar es que la Biblia dice en Génesis 6:8 “Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová” y luego vemos que dice en el siguiente versículo se menciona: “con Dios caminó Noé” Los ojos de Dios estaban sobre Noé primero por gracia, es decir, que era un ser humano con virtudes y defectos, no obstante, lo que lo hacía distinto a los hombres de su tiempo, fue precisamente que caminaba con Dios, que Halak con Dios, lo obedecía y tenía temor de Él.

Al hablar de Noé nos centramos en el evento del arca, y claro que es fundamental, pero pensemos en un instante, si la Biblia menciona que la maldad del hombre era tal, que el Señor mismo se arrepintió de crear al hombre, como sería la reacción de las personas de aquel entonces, cuando Noé decidió obedecer a Dios e iniciar la labor de construir un arca tan grande como un estadio, con materiales y medidas muy especificas, en una época en la que ni siquiera llovía, tal como lo dice Génesis 2: 5a-6 “Porque Jehová Dios aún no había hecho llover sobre la tierra, sino que subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra” Si no llovía, entonces el precio que Noé tuvo que pagar, fue el de incluso ser tildado de loco, pues se cree que el tiempo transcurrido desde que Dios le da una orden al momento del diluvio fue de 100 años, 100 años hablándoles a los demás de que vendría un diluvio, que al final solo su familia y nueras creyeron que vendría.

Un siglo creyendo, construyendo, pagando el precio de creer una promesa de Dios, pues la labor de construcción y de embarque de casi 125.000 animales no debió ser nada fácil. Pensemos por un instante, la Biblia menciona que el era agricultor, es decir, que su trabajo consistía en cultivar la tierra, sin embargo, evidentemente tuvo que abandonarlo o al menos trabajar una jornada doble para cumplir con la misión que Dios le había dado y traer sustento a su familia. ¿Pero saben una cosa? Absolutamente todo valió la pena, pues al venir el diluvio, solo Noé y su familia se salvaron de una muerte y destino fatal. Con respecto a la muerte, la muerte por ahogo es una de las más dolorosas, y con respecto al destino, se salvaron de una condenación eterna por parte de Dios. Porque tengan en cuenta una cosa… ¡Dios cumplió! El diluvio vino sobre toda la faz de la tierra.

Dios habló y cumplió cada palabra que declaró: Desde el juicio que emitió sobre los hombres, hasta el pacto que le hizo a Noé, y de esa misma forma lo hace con cada una de las promesas que hace a nuestra vida. Puede ser que a nuestro parecer ha pasado mucho tiempo, e incluso se pase por nuestra mente que nunca se van a hacer realidad, pero jamás debemos olvidar que si Él lo dijo, Él lo hará. Aprendamos de Noé, quien no solo creyó sino pagó el precio por creer a Dios, lo obedeció hasta el final, incluso cuando habían pasado 100 años, él seguía firme en lo que había creído, y vio su recompensa; él y su familia fueron salvos.

Pastor Juan Sebastián Rodríguez