El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos. ( Santiago 1:8 )
Cuando la Biblia habla de doble ánimo, se refiere a una persona que tiene dos mentes, que es espiritualmente inestable, de lealtad dividida, indeciso, inconstante e irresoluto.
Los irresolutos, son los que no son capaces de tomar una firme decisión por el Señor.
Los diccionarios bíblicos hablando del hombre de doble ánimo, dicen que este tipo de personas está dispuesto a abrazar la fe, pero a la vez está dispuesto a abrazar la incredulidad. El apóstol Santiago dice que el que tal haga no recibirá cosa alguna de parte del Señor.
“Pero los impíos son como el mar en tempestad, que no puede estarse quieto, y sus aguas arrojan cieno y lodo. No hay paz, dijo mi Dios, para los impíos” Isaías 57:20-21.
Cuando dice no hay paz, esa palabra Shalom, es que no hay prosperidad, no hay bien, no hay bendición, no hay salud, ni alegría al que es inconstante.
Sabemos por el Espíritu Santo que Dios nos quiere bendecir, está la promesa: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma” 3 Juan 1:2, sino que también la promesa que Dios nos dio este año del Éxodo, que significa salir de la esclavitud, de la aflicción, de la ruina, de la opresión a una tierra amplia, ancha y buena que fluye leche y miel.
La palabra profética es poderosa, como cuando le dice a Ezequiel que profetice y vivirán esos huesos, y cuando él comienza a profetizar todo comienza a moverse; por eso, cuando Dios nos da esa palabra profética Él comienza a obrar en la vida de cada uno de nosotros y a traernos al éxodo.
El inestable no recibe nada, es uno que no descansa debido a la preocupación, que en sus labios está Dios, pero su corazón está lejos de él, que sus palabras son de derrota aunque en la iglesia cante victoria, afuera sus palabras son de fracaso, sus caras largas de desánimo, dudan de la fidelidad de Dios, dudan de las promesas de Dios, a ellos Dios les dice que no reciben nada, la promesa está ahí, los regalos están sobre nuestras vidas, pero el que duda, el que es irresoluto, el que es indeciso, el que es inestable, no recibe nada. La bendición ya es un hecho, es un decreto.
El irresoluto o de doble ánimo es inconstante, es aquel que ora en la mañana, recibe Sus promesas, está feliz y sale a la calle y al leer la prensa, su alegría se le va, y eso se convierte en su lenguaje.
Eso es un inconstante, el que oye lo que Dios dice y lo que el mundo dice. Es el que quiere servir a Dios y corre al altar, pero cuando sale de la iglesia quiere solo servir al mundo y a sus riquezas.
Un inconstante es el que le dice al Espíritu Santo que quiere ser Su amigo, pero es amigo del mundo, de la tecnología, la moda, etc. Ese es el inconstante que no va a recibir nada.
El irresoluto es el indeciso, Israel clama: “Señor sácanos de esta esclavitud”, Dios hace milagros sorprendentes, plagas, abre el mar y los saca, les da el pan, el maná, la carne, el agua de la roca, iban directo a la tierra de la bendición, pero su corazón estaba en Egipto: “Ay, lo que comíamos en Egipto”, cada vez que tenían un problema pensaban en devolverse a Egipto. El irresoluto es el que tiene continuamente la tentación y el deseo de volver atrás, está en la iglesia, pero a cualquier indisposición ya quiere regresar. Ese no recibe nada.
El que por cualquier circunstancia siempre está pensando en regresar, ese no va a recibir nada del Señor. No sabrá lo que es el Shalom de Dios, no recibirá la prosperidad la abundancia de Dios, el bien y la alegría, pero los RADICALES preparen su corazón y sus bolsillos porque Dios traerá un Éxodo para sus vidas.
El que mira atrás es tan contrario a la misma naturaleza, Dios no nos dio ojos en la nuca, sino adelante, porque ese es el deseo de Dios, que caminemos hacia adelante; atrás solo están los malos recuerdos, los fracasos, la condenación, nuestros errores que nos acusan, nuestras frustraciones lo que pudimos hacer y no hicimos, atrás solo hay dolor. Cuando miramos atrás todo el tiempo, no hay Shalom para nosotros.
Aún en las cosas buenas, hay quienes se quedan con las victorias del pasado. El apóstol Pablo define su vida como alguien que lo hizo todo:
“circuncidado al octavo día, del linaje de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de hebreos; en cuanto a la ley, fariseo; en cuanto a celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que es en la ley, irreprensible. Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo”. “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” Filipenses 3:5-8, 13-14.
Tenía mucho que olvidar, había perseguido la iglesia, pero también debía olvidar sus glorias, sus persecuciones, todo lo que había vivido, y siguió adelante buscando al premio, la corona. Hay una recompensa adelante, pero cuando tú miras atrás no recibes el Shalom de Dios. Puestos los ojos en Él es que recibes toda la bendición.
Aún la falta de perdón es el obstáculo más grande que tenemos a veces para recibir la bendición. El ofendido si no perdona se le cierran todas las bendiciones, y muchas veces el ofensor prospera y la víctima pierde todo. El perdón es difícil de entender, pero es algo que nace en corazón de Dios, y por eso ahora somos hijos de Dios, somos santos y elegidos. Por eso, si hoy decides perdonar, prepárate, porque viene tu éxodo.
Debemos ser gente que nada nos detiene, no podemos detenernos ante un obstáculo o ante un problema económico. Detenernos es quedarnos atrás pensando en lo que nos ha pasado. Que nada te detenga porque viene la bendición de Dios al que mira adelante.
Si dices: “yo creo que soy un irresoluto, alguien que no me decido radicalmente por Jesús”, ¿Hasta cuándo claudicaréis entre dos pensamientos? Si Jesús es el Señor, entonces síguele con todo el corazón, pero si es el mundo, vuélvete para atrás; pero si tú crees que Jesús es el Señor, no dudes de Sus promesas, no dudes de Su fidelidad, pues Dios quiere bendecirte.
¡Viene un éxodo en breve! Pero si eres de lealtad dividida no recibirás nada. Si eres indeciso, inestable e inconstante no recibes nada. Si eres irresoluto no experimentarás el Shalom de Dios.