“Y me buscaréis y me hallaréis, seguro que me buscaréis de todo vuestro corazón”
El Señor dice: “Seré hallado, seré hallado de ellos, me dejaré encontrar”. Él no se va a esconder porque le buscas de corazón.
Alrededor del año 93 estuve en España con el propósito de ir a África. Hice la ruta por ese país, mientras que otros pastores que iban conmigo se fueron todos por Sudáfrica. En los días que estuve en España ministré en algunas iglesias, una de ellas fue una congregación gitana muy fuerte, un poco legalista, pero un buen pueblo. Tengo un gran aprecio por ellos.
Después de ministrar esa noche en una reunión con el liderazgo, ellos abrieron su corazón y me contaron acerca de un avivamiento que tuvieron meses atrás. El Espíritu Santo comenzó hacer algo cuando un predicador los visitó y ellos fueron tocados, y la iglesia comenzó a experimentar un avivamiento al punto que se reunían todas las noches. El local no era muy grande pero todas las noches estaba lleno. Dicen que duró tres meses y se acabó. El pastor dijo: No volvió el fuego del avivamiento.
Como esa experiencia, esto ha pasado frecuentemente en la iglesia del Señor. Los matrimonios se divorcian y se destruyen, las sociedades están rotas, las amistades también se rompen, cuando no estamos de acuerdo. “¿Andarán dos juntos si no estuvieran de acuerdo?”. El Señor me dijo: Una amistad, una sociedad o un matrimonio deben cultivarse.
No puedes mentir en una relación de pareja porque empiezas a quebrantar la confianza. No puedes herir a la persona y pensar que las cosas marchan bien porque estás causando un daño en el corazón de ella. No puedes resistirla. Si es tu pareja, cómo la vas a resistir. Si es tu socio, si es tu amigo, esa resistencia va a dañar la relación. En la vida matrimonial, que la mujer no hable contra el marido ni el marido contra la mujer, porque son una sola carne. Tampoco puedes estar desconfiando de él porque, ¿cómo podrías asociarte con alguien de quien desconfías? Tienes que avivar esa relación, no puedes dejar que simplemente se muera. La relación con tu amigo, al que nunca llamas hasta que se enfría y se acaba la amistad. Con tu pareja, si no mantienes la relación avivándola, se va a morir.
El Espíritu Santo es una persona, tienen que saberlo, no sólo escucharlo. Cuando se habla de la doctrina del Espíritu Santo, tienes que saber que el Espíritu del Señor es una persona, y este acercamiento a nuestro Dios está basado en una relación. Él es un Dios de relación con el hombre, no quiere estar aislado. Él quiere acercarse, fue Dios mismo el que se acercó al hombre para reconciliarnos consigo, y nos dejó el Espíritu Santo para que estuviéramos en comunión con Él. A Dios le gusta el compañerismo con el hombre, con nosotros, sus hijos.
Es una relación con el Espíritu del Señor, no es una experiencia. Somos tocados por Él, pero mentimos. Somos tocados por Él y dudamos de su fidelidad. Somos tocados por Él y apagamos esa relación, lo herimos continuamente. Consentimos el pecado y queremos que nos siga tocando, que nos siga ministrando, queremos más, ¡otra experiencia Señor! Él no juega a eso. El Espíritu Santo no juega a una aventura. Tienen que saber que el Espíritu Santo no juega a las aventuras románticas. ¡Él nos anhela celosamente! ¿Andarán dos juntos si no estuvieren de acuerdo? Él no va andar con quien no esté de acuerdo, no se va a rebajar a simplemente una experiencia.
Dios demanda una relación con Él, un pacto, una amistad. Él demanda koinonía, compañerismo, confianza en Él y en sus promesas. ¿Dónde pusiste al Espíritu? Jesús lo envío. ¿Dónde está el Espíritu del Señor? Él quiere darte algo que muchos están buscando. No busques una experiencia sino una relación.
Pastor Ricardo Rodríguez