Cuando fuiste llamado al Ministerio y decidiste ir en pos de Él, seguramente tuviste que dejarlo todo para seguirlo, tu familia, amigos, incluso tu congregación, todo por el Espíritu Santo.
Y quizá creas que eso fue suficiente, pero debes saber que no lo es, el permanecer en el ministerio demanda de tu parte lealtad y fidelidad, exige un precio que debes pagar.
Por eso es necesario que sepas que te va a costar, debes renunciar a tu voluntad y a tu deseo, día tras día morir a ti.
Quizá te veas acrisolado por la prueba como fue el caso de Abraham cuando Dios le pidió que sacrificara a Isaac, y él se levantó muy de mañana sin retrasar la orden del Señor, aunque le costaba su hijo amado, él estaba dispuesto a obedecerlo.
Al igual si tú decides cada día morir a tus sueños, a tu voluntad, al deseo de tu corazón, cuando llegues a la meta que es tu salvación, y puedas verte cara a cara con el Señor, entonces, serás hallado digno de aprobación, entonces podrás con gran alegría y gozo presentarte delante de Él, descansar y decir: “Él lo vale todo”.