Jacob era un israelita, nieto de Abraham, hijo menor de Isaac, hermano y contrincante de Esaú, lampiño, cocinero experto en guisos, pastor de ovejas, conquistador empedernido, conocido primero en el bajo mundo como “El engañador” y luego como Israel, y finalmente podría decirse que insistente o intenso hasta la muerte. Jacob nació cerca al pozo del viviente que me ve, en el camino de Shur, entre Cades y Bered.

Al momento de nacer, dice la Biblia:

Cuando se cumplieron sus días para dar a luz, he aquí había gemelos en su vientre. Y salió el primero rubio, y era todo velludo como una pelliza; y llamaron su nombre Esaú. Después salió su hermano, trabada su mano al calcañar de Esaú; y fue llamado su nombre Jacob. Y era Isaac de edad de sesenta años cuando ella los dio a luz. (Génesis 25: 24-26)

Al crecer, Esaú y Jacob fueron cada vez más distintos; Esaú era un hombre de campo mientras que Jacob habitaba en tiendas. Isaac amaba a Esaú y Rebecca a Jacob.

Al pasar los años, Isaac se movió con toda su familia a Gerar por mandato de Jehová. Esaú y Jacob crecieron, al envejecer Isaac mandó a llamar a su primogénito para bendecirlo, pero Rebecca oyó y motivó a Jacob a disfrazarse como su hermano mayor y suplantarlo, Jacob lo hizo e Isaac pensando que era Esaú, lo bendijo. Al regresar Esaú y descubrir el engaño, quiso matar a Jacob, quien tuvo que huir de su casa a la tierra de Labán, el hermano de su madre. ¿El plan de Rebecca era el adecuado? Absolutamente no, el plan de Rebecca ocasionó una tragedia familiar que pudo terminar en muerte.

Por lo que Jacob huye de la espada de Esaú y llega a un lugar en donde se hace una especie de almohada y se queda dormido, entonces sueña con una escalera que conectaba el lugar donde él se encontraba y el cielo, de ella subían y descendían ángeles. El Señor se le presenta como el Dios de sus padres, también le promete la tierra en donde está, a él y a su descendencia. Allí mismo, Jacob hizo un voto con Dios, que de todo lo que le diera, el diezmo apartaría para él. ¿Jacob cambió o murió siendo igual?

La respuesta es… ¡Cambió totalmente! Pues al tener un encuentro cara a cara con Dios, su historia fue partida en dos, y del hombre que era no quedó rastro alguno, pues sin importar sus faltas, el Señor lo bendice y le promete que estará con él hasta el fin de sus días. Pero ojo, el hecho de que haya sido bendito, no significa que los problemas desaparecieron, la diferencia radicó en que ya este hombre no era un suplantador, ya no era más Jacob sino Israel, príncipe con Dios.

La vida de Jacob demuestra claramente que no, aunque al principio hizo las cosas mal, su postrer estado fue extraordinario, demostrando al pueblo de Dios que al Señor no le interesa el comienzo sino el final. La vida de este hombre de Dios es el reflejo de lo que dice el apóstol Pablo en 1 Corintios 1: 28  “De lo vil y despreciado del mundo ha escogido Dios; lo que no es, para anular lo que es”.

-          Pastor Juan Sebastián Rodríguez