El silencio de Dios a causa del pecado es el dolor más grande. David gimió todos los días a causa de esto por un año entero, se secó y envejecieron sus huesos. Si hoy tu corazón está turbado porque sabes que el Señor no te está hablando, no te quedes quieto; es tiempo de buscarle insaciablemente mientras pueda ser hallado. Arrepiéntete, confiesa tu pecado, acude a la oración y acércate a Él por medio de la adoración.
¡Otra vez vendrá Su palabra a tu vida! Sumérgete en esta tremenda palabra