Nidia creció en una familia normal, hasta el día en que su hermano menor apareció con cáncer, situación que le llevó a sus padres a dejarla de lado, provocando en ella vacíos que le indujeron a consumir sustancias alucinógenas, hasta que un día se encontró con Jesús.
Al llegar a la adolescencia, esos vacíos se convirtieron en la peor compañía para Nidia, quien, en busca de experimentar una experiencia sobrenatural, comenzó a consumir toda clase de sustancias alucinógenas, al punto de gastar $500 mil pesos semanales para saciar ese vacío, que se había alojado en su alma, produciendo en ella soledad, desasosiego, tristeza y vulnerabilidad que cada vez más le dominaban.
Comenzó a asistir más seguido a la iglesia tradicional para encontrar alguna solución a sus problemas y sin hallar respuesta alguna, se iba a su casa, se encerraba en su habitación y con desesperación como cuando un niño huérfano busca un padre que le pueda proteger, comenzó a escribirle cartas y dibujos a Dios, expresándole su situación.
“Ese mundo era demasiado oscuro, cada vez me atrapaba más y sin saber cómo salir de allí, respiraba profundo en espera de que algún rescatista llegara a salvarme de cualquier lugar”, agregó Nidia.
Pensó que podría salir de esa situación entablando una relación de compromiso con una persona a quien le entregó lo mejor de ella, diez años duró este enlace y le agradece a Dios por haber usado a su ex esposo quien un día pasando por el frente de la iglesia se sintió impulsado a entrar y motivado en ese momento de su vida, le invitó al Centro Mundial de Avivamiento.
“Por tres años estuve agachada esperando a que él regresara para que entráramos por la puerta estrecha, pero prefirió devolverse por el portón amplio que lleva al mundo , yo sabía que debía continuar, así que me levanté, tomé a Jesús de la mano y juntos comenzamos la mejor aventura de la vida”, sostuvo Nidia, quien por un momento hizo silencio y enseguida con una sonrisa en su rostro, confirmó que las palabras en ocasiones son inútiles para expresar lo que se lleva por dentro, pues no son suficientes.
Y es que no es para menos, estando en una escuela de discipulado básico del Centro Mundial de Avivamiento, conoció a Jesús, quien tocó su corazón, le hizo libre de las drogas en un instante, motivo suficiente para entregarle su vida y no volver a soltarle nunca más.
El Espíritu Santo le tocó y comenzó a aborrecer el alcohol y esas sustancias alucinógenas, las cuales consumía en busca de alguna experiencia sobrenatural; ahora le embargaba una mezcla de sentimientos como el amor, ganas de vivir que antes las drogas le hubieran suplido en medio de un alucinamiento irreal; pero en esta ocasión sin consumirlas, era ÉL quien le ofrecía una realidad que no estaba disfrazada de mentiras y que solo Dios sabe dar a quienes lo buscan.
Actualmente sirve en Avivakids, una rama de este gran árbol que es este gran ministerio y que se dedica al servicio de los niños en el Centro Mundial de Avivamiento, sabiendo que, de cada experiencia vivida en este lugar, saldrán las mejores palabras de su corazón para cada persona que en medio de su necesidad pueda conocer al autor de la vida.