Todos pensarían que la vida de aquella niña estaría marcada por el amor, las victorias y la felicidad, pues bien, todos ellos tenían razón, pero lo que no sabían era el duro camino que debía pasar para arrojarse a los brazos de su único y verdadero AMOR, para rendirse a los pies de su Salvador.
Nidia Sánchez durante su infancia creció en una familia ejemplar, ella vivía con sus padres y su hermano menor, su hogar era cálido y lleno de amor, sin embargo todo cambio de manera drástica cuando la familia recibió la trágica noticia del cáncer que tenía el pequeño de la casa, no pasaría mucho tiempo para que la enfermedad terminal de su hermano captara toda la atención de sus padres y por ende el abandono, la soledad y el rechazo para ella. Doce años después su hermano fallece dejando un dolor y una ausencia que reinaba en su casa.
En medio de la soledad crecía la desconfianza en el corazón de Nidia, tenía tanta falta de amor y abandono que hasta se empezó a aislar de los demás.
Al llegar a la universidad, buscó llenar ese vacío sumergiéndose en las drogas y el vicio, consumiendo desde marihuana, bazuco, bóxer y pastillas.
Cuando estaba en lo profundo de su dolor y drogadicción, conoció a un hombre con el que creyó su vida cambiaría, vivió con el 10 años, esperanzada en el sueño de tener un hogar de verdad y una familia diferente.
Sin embargo lo único que encontró en él fue más cocaína, derroche de dinero, preocupaciones y dolores de cabeza.
Cuando Nidia estaba hundida en ese mundo y esas circunstancias, algo aun mas fuerte ardía en su corazón, en lo más profundo de sus ser sabía que había un Dios fiel, amoroso y real que podía sanar su alma y transformar su situación, unas pequeñas y sencillas cartas eran testigos de su anhelo y amor hacia Él.
La persona que en aquel entonces era su pareja, iba pasando en su moto al frente de Avivamiento y algo lo inquietó a entrar, él quedo impactado y al siguiente fin de semana Nidia ya hacía parte de esta nueva realidad. Aunque al inicio le pareció extraño ella supo que estaba parada en un lugar que era respuesta a las cartas que escribía al Dios que tanto anhelaba.
Ella dice:
“Había oído muchas veces de Él, pero realmente no lo conocía. Al empezar el discipulado el Espíritu Santo me tomó por completo en una clase y allí nací de nuevo, fue muy claro y sencillo, porque después de ese toque empecé a aborrecer lo que antes amaba ”
Ella continuaba escribiendo sus cartas y derramando su corazón delante de Dios, tenía la certeza que Él la seguía llamando para cosas tan grandes que nunca había esperado.
En su caminar con Dios, la persona que la trajo a la iglesia se aparto de Él y quería también alejarla de todo, ella debía tomar la decisión de quedarse y entrar por la puerta estrecha o volver al hueco donde estaba antes.
“El Espíritu Santo me tomó de la mano y me ayudó a aferrarme a Él. Debía soltar el mundo y seguirlo sin importar lo que se me viniera encima”
Dios se reveló a su vida como Jehová de los ejércitos y aunque estuvo amenazada de muerte, Dios peleó todas sus batallas y permitió que sus padres y conocidos se acercaran en otro nivel a Jesús.
El que era su esposo la desechó y la despreció, pero su verdadero Amor y su refugio la tomó, la limpió y la puso muy en alto, restaurando y sanando cada herida en su corazón.
Nidia es un vivo ejemplo de que Dios escoge y levanta lo que para otros no sirve, Él es experto en imposibles. Hoy en día ella sirve en el ministerio de Avivakids y en el área de consejería personal.
Dios le dio su casa propia y también su micro empresa ejerciendo el diseño de modas y sacando a flote todos los talentos que Él le ha dado.
“Ese amor perfecto de película sí existe y el único que lo puede dar es el Espíritu Santo, es Su voluntad liberarnos de toda prisión. Todo lo que tengo y lo que he vivido se lo debo a mi Señor y a la realidad y amistad que nos han impregnando nuestros pastores Ricardo y María Patricia Rodríguez. Él es el todo, si lo tenemos a Él ya todo está resuelto.”