Diana, una mujer cabeza de familia, con 3 hijos y proveniente del Urabá Antioqueño, llegó a la ciudad capital en el 2010 y lo inesperado llega con el extravío de su hija mayor de 12 años, quien padecía de discapacidad cognitiva, situación que Dios usó para cambiar su vida.
Procedente del Urabá Antioqueño, una región ubicada sobre el mar Caribe y con diversidad cultural, llegó Diana a la ciudad de Bogotá, interior del país, a trabajar arduamente para sacar sus tres hijos adelante. Debía laborar jornadas de hasta 12 horas y todo valía la pena por ellos, hasta que un día se fue a comprar unas cobijas para su estadía en la ciudad capital y fue ahí donde una pareja de esposos le invitó a la iglesia.
Por ese tiempo conoció a Fernando con quien entabló una relación de compromiso, en él encontró un apoyo. A los pocos días Diana vino a la iglesia se sentó en la tercera fila delantera del auditorio y le gustó muchísimo, pero terminada la reunión se fue y no quiso volver, pues en el momento no era su prioridad.
en el 2010 ya convivía con Fernando y el día oscuro llegó a su vida, pues recibió noticias por parte de la monitora de su hija de 12 años, diciéndole que la niña se había extraviado, fue ahí donde ni la policía de infancia y adolescencia con sus influencias, ni ninguna otra persona podía ayudarla en una ciudad de 7 millones de habitantes donde no conocía a nadie.
Pasaban las horas y no había noticias de la niña, las autoridades le dijeron que tenían que resolver otros casos y que si sabían algo de su hija le avisarían; fue ahí donde vino el punto de quebrantamiento para Diana, quien sentía que el mundo se le venía encima, no sabía si ir a la derecha o a la izquierda, pensamientos minaban su mente, una niña de 12 años con discapacidad cognitiva, con una mente de una pequeña de cinco años, deambulando de un lado para otro sin saber a dónde ir.
El tiempo se hacía cada vez más largo, eran las nueve de la noche y Diana decidió ir donde aquellos esposos cristianos que un día le había invitado a Avivamiento, se sentó en una silla y le dijo a Dios:
“Señor devuélveme mi hija, yo te prometo que te voy a entregar mi vida, haré lo que tú quieras, como quieras y donde quieras, pero devuélvemela” sostuvo Diana.
A los cinco minutos la llamaron contándole que un taxista había llevado a la niña a su casa; al instante Diana supo que Dios le había respondido y supo en su corazón cuán real era Dios.
El taxista cuenta que encontró la niña debajo de un puente, la recogió y la pequeña le dio instrucciones precisas para que la llevara de vuelta a casa; a lo que Diana atribuye un milagro, pues ni ella conocía bien Bogotá, mucho menos una menor con discapacidad cognitiva.
A partir de ahí empezaron a venir a la iglesia, el Señor les ministraba durante cada reunión de manera muy especial y ahora ellos valoraban la omnipresencia y poder de Dios; pues Él comenzó a bendecirles liberando a Fernando del cigarrillo, alcohol y drogas; Diana, por su parte, echó raíces y eso les dio un crecimiento espiritual más rápido.
Actualmente ya están casados por la iglesia, el verdadero amor llegó a su hogar, el Señor les regaló un bebé como sello de su unión y su familia está agradecida, pues la niña con discapacidad, actualmente tiene 18 años, sirve en Army y ha mejorado notablemente.
Una familia fiel y apasionada por Dios que está dando fruto en el Avivamiento.