La situación difícil que vivió Eliana González en su niñez la llevaron a un precipicio del cual fue rescatada gracias a las oraciones de su madre.
A su corta edad Eliana, vivió maltrato psicológico y físico, por parte de su mamá y su padrastro, lo cual la llevó a tomar la decisión de irse a otro país y huir de su casa en miras de construir una economía estable, y no pasar más humillaciones.
Luego de unos años, regresó y se encontró con un panorama distinto: Su mamá había sido transformada por el Señor y ahora intentaba acercarse a ella.
Emocionalmente destruida, Eliana culpaba a todas las personas de su situación y solo pensaba en la venganza. La mamá por su parte, oraba fervientemente para que cesara esa división que había entre ellas, hasta que un día una sobrina de Eliana le dijo a su abuela que oraran para que su tía viera todo tan feo en ese ambiente de desorden en el que vivía, que solo quisiera estar en la iglesia.
Así fue, como un día cualquiera llegó a las puertas de la iglesia muy apática y le pidió a su mamá que fuera a su encuentro. Ese día rechazó el único salvavidas que tenía, pues salió quejándose y diciendo que eso no servía para nada.
Fue entonces cuando su situación empeoró; perdió económicamente lo que tenía y se sumergió en el alcohol. Sus vacíos se hicieron más fuertes.
Decidida a acabar con ella misma, decidió no comer por ocho días, solo tomaba licor y sentía que su cuerpo no daba más. Con voz entrecortada contó que se encontraba tirada en un sofá, cuando sintió que alguien se sentó a su lado, ella no se fijó quién era y le dijo: “¡levántate! ya no más, yo estoy aquí”. Eliana agregó que ese fue un momento inolvidable y cuenta que por primera vez dobló rodillas y comenzó a gritar “no máaass… no máaass”.
Dios vino y la sacó de ese precipicio donde se encontraba y luego de haber llorado por muchas horas, logró conciliar el sueño. Al día siguiente, cuando abrió sus ojos no se ubicaba en la realidad, sentía que había despertado de una larga pesadilla, y recordó a aquellas palabras que había oído la noche anterior y entendió que era real.
Había tenido un encuentro verdadero con el dador de la vida, quien la había sacado de ese enorme precipicio.
A partir de ese día, Eliana quebró su altivez y le permitió a su mamá acercarse a ella; fue entonces cuando decide volver al Centro Mundial de Avivamiento.
Su vida dio un giro de 180° , ahora está feliz pues considera que su mayor riqueza es tener al Señor quien sembró el amor verdadero por su madre, sus niñas a quienes ama genuinamente. Atrás quedaron vencidos aquellos verdugos que la afligieron por tantos años.