Como en un laberinto sin salida se sentía Sneda González totalmente alejada de Dios, embargada por el odio y lejos de ser una madre abnegada, se encontró con el Señor de la manera que menos lo imaginaba.
Totalmente apartada de Dios, cargando un lastre que había recibido desde niña y con una incapacidad enorme de amar, Sneda maltrataba sus hijas, pues pensaba que las necesidades básicas eran suficientes en su educación.
Una llamada inesperada entró en una mañana de jueves y sin imaginar que provenía del cielo, Sneda corrió a contestar, era una comadre quien vivía en Miami, solicitándole viniera a Avivamiento para comprarle unos libros; fue entonces cuando ella entró a la librería de la iglesia para comenzar a experimentar el mejor tiempo de su vida. Entre libros, esquelas y decoraciones, encontró mensajes que decían “Jesús te ama, Dios está contigo” y ella pensaba: “si él me amara, no estaría pasando tanto dolor”.
Con voz entrecortada, recordando la experiencia más impactante de su vida, Sneda nos contó que cuando salió de la librería por la puerta interna que da al auditorio , comenzó a experimentar que sus pies pesaban como si le hubiesen puesto botas de hierro; no podía moverse, comenzó a llorar y aunque trataba de controlarse, sentía que aquello era más fuerte que ella, entonces se recostó contra una columna y sintiendo que la abrazaban escuchó una voz que le dijo “Bienvenida, esta es tu casa”.
Sin entender lo que estaba pasando y mirando a lado y lado, se preguntaba: ¿de dónde habría provenido aquella dulce voz? Una voz que parecía un estruendo de muchas aguas y como si la hubiesen envuelto con un manto de amor, sintió hacer una oración de fe que en ese preciso momento estaba dirigiendo el Pastor Ricardo Rodríguez.
“A partir de ahí, sentí que había nacido de nuevo, comencé a experimentar un gran amor por mis hijas, sentía anhelo de abrazarlas y darles el amor que les debía por tantos años” sostuvo Sneda. De esta manera y orando persistentemente ganó a su familia para el Señor.
Ahora sirve en el Centro Mundial de Avivamiento, pues el plan de Dios cumplió y como está en Joel 2:25-26 *“*Y os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran ejército que envié contra vosotros. Comeréis hasta saciaros, y alabaréis el nombre de Jehová vuestro Dios, el cual hizo maravillas con vosotros; y nunca jamás será mi pueblo avergonzado.
Dejó atrás su pasado y quiere permanecer en esta casa, donde la morada de su gloria es tangible y verdadera.